Mi colchón de auxilio.
Reitero, insisto y recurro al arte de la letra con frecuencia.
Para variar, vengo a confesarme. Hablo conmigo por necesidad y busco poner en claro la misma vorágine de siempre, el caos que me golpea la sien y escupe a mi particular lógica.
Hoy es otro día en el que aspiro a mirar hacia adentro y a conversar a cerca de todo el remolino de ideas que me invaden la cabeza. Creo que incluso perdí la noción del tiempo y tengo la sensación de vivir atrapada en la arena de un reloj del que desconozco el tamaño.
Intento no pensar y clavar mi mirada en el teclado, flotar en la inmensidad del blanco.
A ver qué sale hoy de mis dedos inconscientes... ellos funcionan bajo las órdenes del cerebro, que ya no sé si alberga mierda o caga ilusiones.
Lo único que tengo claro es que vivo bajo el yugo de mi propia exigencia. Me esfuerzo por interiorizar ideas que no consigo grabarme del todo;
que si andar sola me gusta, que si las ostias me ayudan, que si en esta ciudad me siento satisfecha, que si me rodeo de gente con la que me apasiona estar.
Quizás el afán por autoconvencerme, sea la forma más rápida que encuentro para alcanzar la puntual sensación que algunos llaman felicidad.
Pero existe. Me consta que existe e incluso puedo describirla casi a la perfección.
es,
no sé,
como un orgasmo; oportuna y deseada,
un huracán de adrenalina,
es soplo de aire fresco en medio de un campo color ceniza.
Un grito ahogado, pero de los buenos,
tu canción,
es la nada siéndolo todo,
es un susurro,
es una lágrima de alivio,
es encontrarte cuando te habías perdido,
es agua, sol, mar en calma.
La felicidad,
es,
no sé,
como un latido contradiciendo a la muerte,
esperanza en el fondo del hoyo,
es la furia previa a una batalla ganada,
es la arena entre los pies,
es el humo de un cigarro que compartes con quien tú ya sabes,
es quién te sabe,
es el quién.
Hoy mi felicidad simplemente ha sido volver a escribirme y sentir amor y entendimiento por parte de esos ojos que me miran cada día a través del espejo.
La paz que me aporta construir este colchón de auxilio cuando escribo.
Por enésima vez, deseo felicidad-es.
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