El mundo sigue un poco gris, pero los monstruos se van.
Os traigo noticias, "El mundo sigue un poco gris, pero los monstruos se van." Hoy escribo para contaros que ya no siento el gusanillo de adherirme a la angustia. No viene de ayer ni de la semana pasada; llevo explayándome en la seguridad bastante tiempo y aunque sigo en mi línea torpe y nerviosa ya no tengo miedo. No, no, no, no he perdido el instinto de defensa y supervivencia. He ahí la clave. Lo he ganado. El miedo de antes se comía mi afán por sobrevivir y lo convertía en un monstruo enfadado y de ojos juzgadores. Le exijo una explicación al miedo; el único peligro que yo corría era el de no amarme, la única adaptación que me facilitaba era a la soledad y el único carácter que definía era mi apatía. Y así fui dándole protagonismo al monstruo del miedo; rey del desasosiego y violento asesino. Tremendamente grande. Gigante. Su sombra hizo fría y breve hasta mi cama, mi calma, mi alma. Pero no, n