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Mostrando entradas de enero, 2016

Respirar contenta, respirar contento.

Escribo. Me explayo. Publico. Me siento en paz con la tinta y también cada tecla es testigo. Y de repente, al borde de un ataque de nervios. Algo menos que un infarto; pero algo malo. La pesadilla del que sabe respirar contento. Respirar contento, respirar contenta. Me gusta, quiero hacerlo. Coger el aire con una sonrisa por dentro, soltarlo entre carcajadas de colores; quedarme sin aliento. Que me abofeteen... O mejor, que me abofetee el viento, entrar en shock, y porfavor, la mejor ostia por un tiempo. Que se me seque el cerebro y sólo quede polvo de sueños, quedarme tranquila; parásito muerto. Mojarme luego, no podría ser mejor momento. empaparme los huesos, Escalofrío, y que exista el frio, pero no tenerlo. Que haya tiempo pero sin perderlo, (y ya sé que hay ganas, pero no hay dinero.) Hay muchos sitios, y yo estoy buscando el mío. Llenando el papel de tachones y mejorando la letra, intentando corregir mis propios errores, renovando pasaport

Nací un lunes.

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Otra semana que empieza. Oye, preciosa sensación la de alegrarse porque llegue un nuevo día, ¿verdad? (lunes, momento de la semana que a todos nos llena la boca de palabras preciosas). La verdad es que no es mi caso, para qué mentir; me encanta meterme entre las sábanas y perderme en mi propia cama y más si es un domingo. ¡A quién le gustan los domingos? Honestamente, los detesto incluso más que a los martes; esos días que ni están en medio ni dejan de estarlo y que te recuerdan que la semana aún acaba de empezar... que te quedan 3 buenos madrugones  cómo mínimo, los cuales sufrirás como si fueran 20. Pero al grano, señoras y señores; empieza una nueva semana. Me regodeo en la frase y me regodeo en la idea. A simple vista puedo parecer muy contradictoria y seguramente lo sea más de lo que me gustaría, pero no creo que este sea el caso, o al menos me voy a dar el permiso de no admitirlo en esta ocasión. No me gustan los inicios de semana, es totalmente cierto, pero hay que re

Te espero en la cima.

Hoy vuelvo a teclear letras que se enamoran entre ellas y forman palabras. De inmediato derivan en frases y a veces yo misma las destruyo tan rápido como las creo. Soy tan perfeccionista que suele convertirse en un problema. Es curioso cómo una persona puede ser tan extrema; la antítesis personificada.  Mezclo el afán por conseguir que las cosas sean perfectas con la dejadez, la conformidad/comodidad de "ya lo cambiaré mañana" y no es la primera vez que hablo de mi "yo" blanco y de mi "yo" negro. Jamás fui gris, o al menos conscientemente. Lo cierto es que me encuentro con mi blanco-negro en este constante fluir. Intento filtrar y hacer de esponja; escurrir el chaparrón que ya se coló por más cabezas y que sigue buscando dónde quedarse.  En mí desde luego que no. Le tengo la puerta cerrada y llevo chaleco antibalas... y no será por lo que cuesta enderezar esas líneas que algún día te imponen. Te las trazan de mala manera sobre el pecho y