Nací un lunes.

Otra semana que empieza.
Oye, preciosa sensación la de alegrarse porque llegue un nuevo día, ¿verdad?
(lunes, momento de la semana que a todos nos llena la boca de palabras preciosas).

La verdad es que no es mi caso, para qué mentir; me encanta meterme entre las sábanas y perderme en mi propia cama y más si es un domingo.
¡A quién le gustan los domingos? Honestamente, los detesto incluso más que a los martes; esos días que ni están en medio ni dejan de estarlo y que te recuerdan que la semana aún acaba de empezar... que te quedan 3 buenos madrugones  cómo mínimo, los cuales sufrirás como si fueran 20.

Pero al grano, señoras y señores; empieza una nueva semana.
Me regodeo en la frase y me regodeo en la idea.

A simple vista puedo parecer muy contradictoria y seguramente lo sea más de lo que me gustaría, pero no creo que este sea el caso, o al menos me voy a dar el permiso de no admitirlo en esta ocasión.
No me gustan los inicios de semana, es totalmente cierto, pero hay que reconocer que tienen algo mágico que hasta podría comerse todo mi odio de una.




Tú que me lees.
Tú.
Sí, exactamente tú.
Quiero pensar que no soy la única que lo ha visto así alguna vez en la vida y espero que te encargues de corroborarlo; no te ilusiona que en esta semana suceda algo estupendo?



No es por ser la típica optimista de turno (a la que de buena gana le mandaría chuparse un codo para demostrarle que no todo se puede) pero oye, vamos a cambiar los cristales de nuestras gafas de funeral  por otros transparentes, al menos.

Quizás aprendas algo nuevo, de eso que interiorizas tan fuerte que no se te olvida en la vida. Puede que alguien descubra que le encanta tu presencia, o mejor; que tú mismx descubras que te encanta tu presencia.
Un don, ¿por qué no? ¿Te has parado a pensar en la cantidad de cosas que podrías hacer bien y que te podrían hacer destacar?
Un café, una cerveza, un vino, un refresco, un té; no importa, un par de horas con esa persona que tanto quieres o con esa otra que aún no conoces y que tanto querrás.

Puede que mañana se cumplan 2 años justos desde el momento en el que empiezas a luchar por algo con todas tus fuerzas hasta que lo consigues.
Y lo consigues de forma grandiosa, lo consigues porque te lo mereces, porque desde mañana, empiezas a concienciarte de que con todas tus ganas puedes hacerlo;
fíjate, puede que mañana sea el día. 




Quisiera haceros ver con esto, que no todo lo que en un principio etiquetamos como "malo" tiene que serlo. Los inicios de semana es un ejemplo entre tantos.

Cuento un secreto para finalizar la entrada bajo el típico pacto de "lo que se cuenta aquí, se queda aquí."
A día de hoy puedo decir con seguridad que me quiero, y ea; nací un 28 de octubre de 1996.

Era lunes.

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