Para ella.

Hoy le escribo a ella; quien me dio la vida.
Hoy le escribo también a la vida y a quien forma parte de ella. Y por supuesto, hoy me escribo a mí, como llevo haciendo tantos años y como haré por muchos más.

Empecemos por ella.
Madre. Mai, mamá, mae, miña nai:

Muchas veces pensé en escribirte cartas por la mera ilusión de que así podrías entender todo lo que me gustaría hacerte ver. Desafortunadamente, no siempre lo he hecho y la verdad es que no creo que valiese de mucho, muy a mi pesar. Tampoco quiero ser tan explícita como para herir el corazón (sin quererlo) de quién me dio a mí el mio.
Qué decir? Dejar en un blog tantas y tantas cosas que llevo en el estómago bailando, sabiendo que probablemente nunca llegues a leerlo? No acaba de convencerme, pero aún así, es importante decir que lo necesito



(y aquí viene la parte en la que como dije, le escribo también a la vida y me escribo a mí).

A veces, siento que soy un poco repetitiva con lo que escribo. La vida. La vida. La vida y todas sus complicaciones. Lo apasionante y dolorosa que puede ser simultáneamente. Ella también piensa que soy repetitiva anclándome en un pasado que no puedo arreglar, un pasado que no me fue posible vivir con la cabeza de una mujer, sino que me tocó vivir con el corazoncito de una niña. Un pequeño corazón aún con muchas ganas de crecer y de llenarse de cosas bonitas. Un pequeño corazón al que le hubiese gustado estar en una incubadora durante mucho tiempo. 
Pero una vez que nacemos, tenemos que asumir la vida que nos toca vivir y cogerla por donde se pueda. Ella me dice que sigo atada al pasado, que sigo recordando cada detalle como si fuese ayer. Ella no entiende que hay cosas en esta vida que no se olvidan jamás. Padecer una demencia ha de ser espantoso, pero creo que si algún día me toca a mí, tampoco en esas circunstancias olvidaré esos detalles a los que vivo atada. 
Vamos a pensar que ese pasado es una cuerda; he de decir a mi favor que la cuerda ya no me rodea el cuello ni me aprieta con violencia; la cuerda va de mi mano, forma parte de mi persona lo quiera o no, así que lo único que hago es llevarla a mi lado sin avergonzarme ni dejarme llevar por ella.


Es difícil de explicar, sólo puedo decirte, mae, que esa cuerda va a ir conmigo siempre lo queramos o no y que no hay manera de cortarla, así que te lo ruego, no intentes pintarla de otro color, sólo te pido que no la alargues más porque entonces me costaría demasiado guiarla.

Me viene un bum de tantas cosas que decirte, que se fusionan y explotan después hasta reducirse en polvo. Tengo algo parecido a un big bang en mi cabeza y ojalá esa explosión de lugar a algo mucho mejor. Yo creo que sí, estoy convencida de que algo muy bueno me espera.


Mai, te aseguro que te haré cambiar de opinión cuando me veas en lo alto. Sabes de sobra que no apostaron por mí, y que tú tampoco apostaste en muchas ocasiones. Sabes de sobra que te he demostrado que puedes apostar, aunque sigas sin creértelo. Es cierto que aún no he hecho infinidad de cosas por/para el mundo, pero me siento orgullosa de los pequeños aportes que hago cada día.


Seguirás sin entenderme, lo sé de sobra. Me encantaría decir que yo sí te entiendo a ti, pero siempre elegí ser honesta y mucho más cuando escribo, así que con plena sinceridad te digo que no te entiendo. No. Yo tampoco te entiendo. No entiendo esos cambios, no entiendo esa pobre confianza, no entiendo esos prejuicios, no entiendo esas elecciones, no entiendo esa forma de ver el mundo, mamá, te juro que no la entiendo, pero la respeto. Te respeto a ti, a pesar de que a veces sintiese que antes tus ojos se pasó por alto el respeto que también yo me merecía. 


Pero aquí estamos. Un poco condicionadas por una balanza. 
A veces pienso que para ti, soy yo o es él.  Para mí, sois vosotros o yo. 

Es muy difícil, es jodidamente difícil y créeme que cualquier elección me dolerá un poquito, pero creo que la que menos daño me va a hacer es elegirme a mí. Porque aunque se te llene la hipocresía de boca ( y si, lees bien) , tú también tuviste que elegirte a ti en su día. Te elegiste y elegiste qué querías en la medida de lo posible. Ahora me toca a mí, y de veras, te quiero más que a nada y a nadie en el mundo, pero me toca mamá, me toca. Me toca hacer mi vida a mi manera, no a la tuya, ni a la suya, ni a la de ellos. Me toca elegir a mí y no sabes las ganas que tengo de seguir eligiendo.

Sé que estas palabras probablemente sean para ti una tontería más, pero para mí sí tienen valor; me encantaría ser madre y que mi hijo/a pudiese llegar a una reflexión como la que acabo de hacer yo; eso si, espero que nunca arrastre una cuerda así, aunque no pueda evitar que también se tropiece para aprender.
Si ha de llevar algo en la mano prefiero que sea una comenta, para que no se olvide nunca de que en esta vida nosotros decidimos si queremos hacer que las cosas lleguen alto o no. Nosotros mismos debemos decidir si queremos ser quienes vuelan alto. Nosotros mismos podemos guiar las cosas sin que se caigan y en caso de que así fuese, podemos retomar el vuelo.


Hoy me despido de nuevo con un "te quiero, pero me quiero".



A todos aquellos y aquellas que me leáis y que hayáis llegado hasta aquí, os agradezco de todo corazón que "simplemente" seáis participes de esto, y os deseo el amor propio y la magia más bonita, tanto en estos días como en los que quedan por venir. 







Comentarios

Entradas populares de este blog

¿POR QUÉ? 1.0 "Humanadas"

...La bienvenida a mi propio universo; arrancamos.

1:11