Re-descubrir
Me encantan las noches. Me encantan y me disgustan, como tantas cosas en esta vida.
Cada día corroboro que soy tan dispar como extrema. Que el gris no me vale, no me tranquiliza; o es blanco o es negro. Y realmente, cada día me gusta más descubrir o re descubrir cosas de mí que me encantan (o que odio con la vida pero que no cambiaría por nada).
Tengo miedo de que venga el invierno... este verano me está como acariciando el alma de una manera muy especial, pero quizás la clave esté en sentir las gotas de lluvia de diciembre como cada rayo de sol que ahora se baña en mis pupilas.
Y sinceramente, me apetece matizar que sigo con la parrafada por el placer de escribir; porque me relaja, me da paz poner los pensamientos en orden aunque a simple vista puedan parecer muy desordenados. En mi cabeza están perfectamente localizados y colocados en su sitio.
El tiempo pasa, y a veces no pasa en vano. El tiempo pasa y no siempre pesa, a veces aligera. El tiempo es todo lo que necesito para poder multiplicar la cantidad de cosas que hoy cuento y que hoy sé.
No me da miedo, en el fondo no me da miedo, y es una gran sensación eso de la seguridad (el sentirse seguro de uno mismo, principalmente).
Siempre pensé que todo, absolutamente todo está dentro de nosotros mismos y de veras que me fascina ver la cantidad de cosas que puedo encontrar en mí y la cantidad de cosas que puedo conseguir gracias a ello.
Discúlpenme una vez más por llenar tantas hojas en blanco con tales reflexiones y que al final siempre venga a decir lo mismo, pero quien no esté conforme que le eche "azuquita' " y sonrisa que no viene demás.
Gracias, en definitiva, a las dos o tres personas que leen mis desvelos, de las cien que verán que he publicado algo, de las cincuenta que lo han abierto, y de las veinte que habrán leído hasta la mitad.
Cada día corroboro que soy tan dispar como extrema. Que el gris no me vale, no me tranquiliza; o es blanco o es negro. Y realmente, cada día me gusta más descubrir o re descubrir cosas de mí que me encantan (o que odio con la vida pero que no cambiaría por nada).
Tengo miedo de que venga el invierno... este verano me está como acariciando el alma de una manera muy especial, pero quizás la clave esté en sentir las gotas de lluvia de diciembre como cada rayo de sol que ahora se baña en mis pupilas.
Y sinceramente, me apetece matizar que sigo con la parrafada por el placer de escribir; porque me relaja, me da paz poner los pensamientos en orden aunque a simple vista puedan parecer muy desordenados. En mi cabeza están perfectamente localizados y colocados en su sitio.
El tiempo pasa, y a veces no pasa en vano. El tiempo pasa y no siempre pesa, a veces aligera. El tiempo es todo lo que necesito para poder multiplicar la cantidad de cosas que hoy cuento y que hoy sé.
No me da miedo, en el fondo no me da miedo, y es una gran sensación eso de la seguridad (el sentirse seguro de uno mismo, principalmente).
Siempre pensé que todo, absolutamente todo está dentro de nosotros mismos y de veras que me fascina ver la cantidad de cosas que puedo encontrar en mí y la cantidad de cosas que puedo conseguir gracias a ello.
Discúlpenme una vez más por llenar tantas hojas en blanco con tales reflexiones y que al final siempre venga a decir lo mismo, pero quien no esté conforme que le eche "azuquita' " y sonrisa que no viene demás.
Gracias, en definitiva, a las dos o tres personas que leen mis desvelos, de las cien que verán que he publicado algo, de las cincuenta que lo han abierto, y de las veinte que habrán leído hasta la mitad.
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