Electricidad

Estoy pensando en la electricidad.
La electricidad de las personas que cuando no se conocen de nada con otras, se abren en canal. 






Nos abrimos,
nos abrimos en canal porque estamos llenos de pegamento rebosante por el cuerpo,
cuerpos rotos de amor y de miedo y nervios de color morado universo, del verso más largo del mundo,
nervios de besos que ya no saben a helado de fresa ni a explosión,
besos de suela de zapato.
Pegamento entre los golpes de acero de la propia vida insolente.







Estoy pensando en la electricidad de las personas que no se conocen y se quieren porque ya se querían hace muchísimo
o porque es la primera primerísima vez que se quieren y el amor es más puro aún;
sueño breve en el aire, polen nuevo.



Estoy pensando en las palabras de esas personas que quisieron compartir conscientemente su energía conmigo.
Pienso también en las que no se dieron cuenta de que conectarse es tan rápido y sencillo como respirar,
cuando estas relajado y te abres,
el alma, los pulmones, la mente, las venas abiertas también y ni un poro con miedo a exhalar.


Estoy pensando en los magos y las brujas que saben mantener la electricidad en una bola de cristal indivisible y perfecta. También ellos son humanos. 
Todos somos ese nexo y ese nido de circuitos y saberlo es lo que menos quieren que te pase porque más humanos nos hace.




Estoy pensando en las emociones,
las sensaciones, la música,
los dientes colocados perfectamente para que el corazón se te balancee en el pecho y una sonrisa te cambie el día.
Ciertamente pienso en la electricidad de la complicidad,
la timidez, la provocación, la gracia, el riesgo, la valentía, la ñoñería, las guarradas, la transparencia, el azar, las miradas, el contacto, la sutileza, el descaro, la electricidad, la electricidad,

no lo ves,
no lo ves?

Funcionamos sin enchufe ni millones para pagarlo.
No lo ves,
libre electricidad.


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